El estrés en el eje intestino cerebro
El estrés puede causar problemas de salud de una manera gradual y, al principio, casi imperceptible. El estómago no es inmune a estos efectos del estrés pudiendo causar problemas y síntomas en nuestra salud digestiva o exacerbar enfermedades ya existentes1.
Cuando la acidez estomacal, el dolor abdominal por estrés, el intestino irritable, la diarrea, y el bajo estado de ánimo nos acompañan, tratamos desesperadamente de averiguar qué podemos hacer al respecto. Se olvida que el estrés persistente tiene un efecto negativo duradero en el estómago y los intestinos.
¿Cuáles son las causas del estrés?
Los desencadenantes de las sensaciones de estrés surgen, en parte, del ámbito privado, en parte del mundo profesional: horas extras, alta intensidad de trabajo o la sensación de no tener control sobre la situación laboral. Entre las causas más comunes de estrés negativo en todo el mundo se encuentran las dificultades financieras y las expectativas demasiado altas de uno mismo. Todos estos factores pueden hacer que las personas se sientan permanentemente bajo estrés y que el tracto gastrointestinal se desequilibre.
Pero también puede haber innumerables razones para estar estresado en la vida privada. Y esto no solamente significa situaciones estresantes, sino principalmente tensiones cotidianas persistentes. La presión del tiempo y la falta de períodos de descanso durante un día ocupado, también pueden contribuir a aumentar el estrés.
Cómo se manifiesta el estrés
El estrés es uno de los muchos factores que puede desencadenar o agravar el dolor de estómago, como también una dieta poco saludable, la gastritiso el consumo de estimulantes como la cafeína y la nicotina.
El estrés también se manifiesta en forma de hinchazón abdominal: una de sus consecuencias más comunes en el estómago son los gases por estrés. Cuando estos gases se acumulan, o se impide su paso por el intestino, el resultado es una incómoda sensación de hinchazón abdominal.
También puede aparecer la dispepsia funcional, uno de los trastornos digestivos más comunes que provoca síntomas como cólicos, náuseas, dolor, hinchazón y gases. Todavía no se conoce la causa de la dispepsia funcional, pero se considera que tiene que ver con factores psicológicos como la ansiedad y el estrés.
Las consecuencias del estrés pueden ser de diversa naturaleza: hay que distinguir entre estrés y angustia. El estrés bueno generalmente surge a corto plazo cuando estamos inquietos antes de un examen, o cuando estamos esperando algo, por ejemplo. Esta forma de estrés nos hace más eficientes y nos ayuda a concentrarnos. Después del examen, nuestro sistema tiene la oportunidad de volver el estrés a los niveles normales. El problema viene cuando el estrés malo es prolongado en el tiempo porque puede enfermar a largo plazo.
El estrés puede ir acompañado de otras manifestaciones tales como:
- Estómago irritable
- Síndrome del intestino irritable
- Náuseas debido al estrés (o en ocasiones, vómitos)
- Jaqueca
- Diarrea
- Estreñimiento
- Bajo estado de ánimo e irritabilidad
- Caídas en el rendimiento
- Insomnio
- Anorexia
- Bloqueos mentales
- Ansiedad
- Dificultad para concentrarse
Síntomas del estrés en la microbiota intestinal
Nuestra flora intestinal está involucrada en algunos procesos importantes de nuestro cuerpo y también está en estrecho contacto con nuestro cerebro. Este llamado eje microbiota-intestino-cerebro es un factor esencial de nuestro bienestar. Sin embargo, si estamos expuestos a mucho estrés, entonces no solo nuestra psique sufre, sino que también nuestra flora intestinal puede desequilibrarse.
El estrés puede afectar negativamente a la estructura de la microbiota intestinal, por ejemplo, reduciendo las bacterias "buenas". Del mismo modo, el estrés puede afectar negativamente a la calidad del sueño, lo que puede conducir a dificultades para concentrarse en la vida cotidiana. Por lo tanto, es importante apoyar al intestino en su función natural, incluso en momentos estresantes.
Por qué podemos tener molestias intestinales y dolor de estómago por el estrés
El estrés puede contribuir a desencadenar dolor abdominal. Esto se debe a que el sistema nervioso autónomo del tracto gastrointestinal reacciona a las mismas hormonas del estrés y neurotransmisores que nuestro cerebro: no solo tenemos un "cerebro de cabeza", sino también un "cerebro intestinal", también conocido como segundo cerebro. Ambos "cerebros" se comunican entre sí a través de vías nerviosas.
En algunas situaciones estresantes, las funciones gastrointestinales ajustadas se alteran. Un gran estrés emocional, como un dolor profundo, puede reducir o acelerar la actividad intestinal. Así que no es de extrañar que la psique nos golpee en el estómago. También puede desencadenar un círculo vicioso problemas intestinales como diarrea constante, dolor o flatulencia que, a su vez, tienen un efecto negativo en la salud mental. Si la psique se ve atacada, los síntomas gastrointestinales pueden, a su vez, intensificarse, llevando a un círculo vicioso. Lo que, a largo plazo, puede conducir a enfermedades gastrointestinales como la dispepsia funcional o el síndrome del intestino irritable.
Cómo combatir el estrés
Lo principal es identificar las situaciones de estrés y tratar de evitarlas. Esto puede implicar hacer cambios drásticos en nuestro estilo de vida, lo cual puede ser difícil. En estos casos se pueden considerar estrategias para un manejo más saludable del estrés y para una vida más sana, como el deporte, la meditación y el apoyo familiar.
También se puede mejorar la salud digestiva en general siguiendo recomendaciones como comer alimentos saludables y fáciles de digerir, evitar el consumo de alcohol, masticar bien la comida o caminar después de comer.
Mas allá de estas medidas, IberoBiotics® Calm, un complemento alimenticio formulado a base de extracto de Melisa, probióticos y vitamina B2, ayuda a la digestión y a su funcionamiento normal, además de al bienestar emocional y a la relajación.
¿Cómo se pueden combatir los problemas gastrointestinales causados por el estrés prolongado o la presión emocional? Teóricamente, es bastante simple: evitando los factores desencadenantes. Sin embargo, esto no es fácil de implementar en nuestros tiempos modernos y acelerados. La vida cotidiana y los hábitos cultivados durante años, a menudo solo se pueden cambiar lenta y laboriosamente. Por lo tanto, el primer paso es entender en qué situación nos encontramos, para luego buscar formas de mejorar nuestros hábitos.
Deportes y ejercicios de relajación
Con ejercicio regular en forma de pequeños entrenamientos, puedes aliviar la tensión. ¡Pero no te estreses y encuentra tu propio método de entrenamiento!
El equilibrio para el cuerpo y la mente se puede promover sobre todo mediante deportes relajantes como el yoga, el taichí y el qigong. Los ejercicios de respiración también promueven la desaceleración y la conciencia presente del cuerpo. A menudo unos pocos minutos al día son suficientes.
Además, los ejercicios de respiración son un método que se puede integrar fácilmente en la rutina diaria. Ayudan a ser más conscientes de los propios procesos respiratorios, apagar otros estímulos sensoriales y relajarte, ¡sin duda, vale la pena intentarlo! Echa un vistazo a tu calendario para ver cuándo puedes incorporar estos ejercicios a tu rutina.
Dieta saludable con paz y serenidad
Una dieta sana y equilibrada también alivia tu sistema digestivo. Tómate el tiempo necesario para tus comidas y disfruta de un descanso para traer algo de calma a tu día. Trata también de evitar las famosas comidas tentadoras para llevar. Cuanto más se convierta esto en rutina para ti, más fácil te parecerá implementar en el día a día. De vez en cuando, también se permiten excepciones dulces: ¡un trocito de chocolate ayuda a alegrar el estado de ánimo!
Otras formas de reducir el estrés
Además de lo anterior, también hay otras formas de vivir una vida cotidiana más relajada:
- En caso de estrés en el trabajo, intenta hablar con tus supervisores. Tal vez un cambio en los flujos de trabajo o una reducción en las tareas puede ayudarte a reducir el estrés.
- Asegúrate de dormir lo suficiente y tomar descansos regulares en tu rutina diaria de trabajo. No hacer nada puede hacer maravillas.
- Programa descansos regulares a lo largo del día y, si es posible, programa tareas y proyectos importantes para el comienzo del día.
- Mantente atento a tus necesidades y trátate bien.
Fuentes de referencia: